El misterio y la incertidumbre, son las claves en torno a las que gira la obra de esta artista pontevedresa en la que pretende imbuir al espectador en una reflexión sobre la composición, el espacio y la técnica pictóricos. Utiliza para ello recursos surrealistas dado que tanto las figuras como la composición de sus obras, no se ajustan a la realidad sino que más bien responden a lo onírico; al mismo tiempo, el espacio en el que éstas se sitúan resulta irreal e incluso inexistente imbuido de un simbolismo difícil de desentrañar lo que entronca con los principios metafísicos.
Otra influencia destacable de su obra resulta de la observación de esas figuras equinas, de inspiración claramente trecentista, que surgen en espacios completamente irreales lo que, junto con la aparición casi fantasmagórica en algunos de sus paisajes de siluetas de arquitecturas renacentistas, nos hace confirmar esta influencia. Por otro lado, los bodegones nos retrotraen a la época barroca aunque su configuración responde a presupuestos del arte actual. Siguiendo con este análisis cronológico de sus influencias, cabe destacar el efecto collage que imprime en algunas de sus obras con la introducción de tipografía lo que nos remite al cubismo. Por último, es importante entender que su obra asimila todas estas influencias desde la óptica de la contemporaneidad así se explica las siluetas conceptuales con las que conforma, en algunos de sus cuadros, las estructuras arquitectónicas.
En conclusión, la obra de Toya García Senra desde los presupuestos de su propio bagaje cultural y experimentación técnica, nos lleva a una concepción nueva de un arte ecléctico en cuanto a que es fruto de toda una serie de influencias que lo conforman.